¿Es
posible una policía al servicio del pueblo?
De
entrada ¡NO!, en este régimen.
Ya
el viejo Marx y su buen colega Engels nos decían en
sus sabias obras que la policía y el ejército son el arma que
utiliza el gobierno en última instancia para mantener en vigor el
sistema socio-económico que favorece a las clases dominantes.
Y
ya sabemos quienes son las clases dominantes en la conocida España
y cuales sus intereses frente al pueblo explotado y recortado en
derechos, pero cargado de obligaciones: horarios de trabajo por
encima de la media europea, salarios por debajo, mucho más paro que
en Europa, pero con menos prestaciones sociales protectoras; con
supuestos derechos sociales plasmados en la “constitución
monárquica”, pero olvidados completamente en la práctica su
aplicación. Así, por poner un caso de actualidad, entre otros
muchos que podríamos citar, frente al “proclamado” derecho de
una vivienda digna, ellos replican con el desahucio más cruel y ahí esta la policía para ayudar a ejecutarlo...
En
ese contexto tan especial aparece la policía del sistema. Y uno
empieza a entender por qué nunca aporrean a los empresarios que
despiden a los trabajadores sin el menor escrúpulo, tras haberlos
explotado sin reparo alguno; por qué nunca detienen a los
banqueros usureros que se llevan la pasta a Suiza para evitar los
mini-impuestos que tienen para sus bárbaras ganancias; por qué a
los políticos que pillan con las manos en la masa apenas no les pasa
nada; por qué los corruptos de pies a cabeza, los curas pedófilos,
los duques aprovechados de su proximidad al mandarín... siguen en
libertad sin que la policia les moleste lo más mínimo.
¡Siempre
actúan sobre los mismos: los trabajadores que exigen sus
derechos, los ancianos que se sienten engañados en sus pensiones y
los chavales que quieren una educación sin trabas que les preparen
para un futuro más esperanzador!
Esta
es la misión de la policía. ¿La policía de un régimen
democrático? O quizás, tengo que constatar y convenir con la
mayoría de nuestro pueblo, que no vivimos en un régimen
democrático, tampoco en una dictadura feroz (Franco), más bien en
una dictablanda, nos dejan hacer algo, poco, siempre que no pongamos
en peligro los intereses y el status de los verdaderos dueños del
sistema: los banqueros, los especuladores y los obispos; a partir
de ahí ¡mano dura!, toda la que pueden y más.
Como
muchos “polis” se han quejado de falta de “protección” o
que pueden ser reconocidos por terceros, por sus vecinos, por los
vapuleados en general, el gobierno que les paga (por cierto ¿les
habrá quitado también a ellos la paga de invierno conocida como de
Navidad?) ha decidido, al parecer penalizar a quienes se atrevan a
fotografiar, editar y publicar a tan eficaces servidores de la ley
capitalista.
Viendo
los lamentables hechos que produce esta sociedad actual, sufrida
con tanta paciencia durante tantos años: desigualdades, corrupción
expansiva y generalizada en los aledaños al poder, estafas,
explotación laboral, pérdida de derechos, desahucios, miseria y
precariedad, abandono de los débiles... ¿Cómo es posible que se
mantengan con impunidad los poderosos? Sencillamente al que ose
levantar la voz, pues, porrazo, mal trato o pelotazo con él.
Entonces,
¿sería posible una policía al servicio de todos los ciudadanos y
no de una parte minoritaria y explotadora de la mayoría social?
Sí,
pero solo con un cambio de régimen, con la caída definitiva de la
monarquía, con una sociedad libre y soberana, con una República
democrática en lo económico, en lo político, en lo social, en lo
federal, con una justicia a pleno rendimiento, con un acceso a la
educacion sin trabas... que abra las puertas al socialismo y a la
transformación de una sociedad sin clases como meta.
Salud,
memoria y República.
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